CHAL DE TELAR
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En un cuarto hay mucho ruido debido a unos personajes diminutos que se la pasan guarachafiando por todas partes. Y en la alharaca se ofenden, se golpean y se maltratan de diversas formas. Pero también en este cuarto hay una figura grande e inmóvil. Es un gigante que se posa quieto sentado en un banco de madera, de vista incomodo. Está callado, con los ojos cerrados y su rostro demuestra rasgos de tranquilidad. La alharaca sigue y el gigante casi que no lo nota. De repente en el techo se enciende un bombillo y todo queda en silencio. La alharaca se desvanece y los personajes diminutos quedan petrificados. De la bocina sale un pedido, dice la forma, el tamaño, el color. El gigante empieza a abrir los ojos y antes de tenerlos completamente abiertos ya todos los personajes diminutos se han escondido entre el cuarto. El gigante se levanta se dirige hacia la mesa y comienza a trabajar. Funde, corta, lima, recose, y sigue trabajando con tanta concentración que párese que no pensara en mas. Un personaje diminuto atrevido por la curiosidad se confía y se acerca un poco, pero lo suficiente para que el gigante con un ligero movimiento lo agarre; se lo echa en la boca y por el primer mordisco salpica su trabajo con la sangre del personaje diminuto. El gigante la usa para dar mas brillo a su trabajo. Continúa y cuando termina sonríe orgulloso de su labor. Limpia las herramientas y las guarda, saca de su boca lo huesos de la victima, los macera, los mezcla con una resina y el producto de dicha mezcla lo une a un bola del mismo material, de donde sacó la materia prima para la argolla. Envuelve la bola en un trapo seco, la guarda, saca una bolsita de paño y guarda la argolla en ella, toma la bolsita de paño, se levanta y se dirige hacia la puerta. Pasa la bolsita por una rendija. Se dirige hacia el banco de madera, se sienta y cierra los ojos. El bombillo se apaga. Reina el silencio por unos minutos. Los personajes diminutos esperan. Salen hasta cuando están completamente seguros de que el peligro ya ha pasado. Salen y en la oscuridad se estrellan unos con otros. Empiezan a ofenderse, a golpearse y a maltratarse. Inicia la alharaca.
Ruco Catacoli
- Ruco Catacoli
- es un colombiano interesado en explorar los diferentes espacios en el arte popular de su tierra. Artes tales como los conocimientos ancestrales que guardan las diversas comunidades nativas de este continente al igual que otras que fueron traídas de manera cruel y violenta. Además involucrando sus experiencias, tanto artísticas como culturales y sociales, y la percepción de su ambiente plasma en sus creaciones mediante las manos y herramientas, el sentido que le encuentra a la vida. En sus trabajos utiliza técnicas artesanales como tejidos de diversos tipos, manipulación de materiales orgánicos y ensamble de objetos reutilizados; todo esto sin ignorar los avances tecnológicos que ayudan al desarrollo de sus diseños.
Contactos
Nos puedes contactar enviando un mensaje al correo rucocatacoli@gmail.com
En un cuarto hay mucho ruido debido a unos personajes diminutos que se la pasan guarachafiando por todas partes. Y en la alharaca se ofenden, se golpean y se maltratan de diversas formas. Pero también en este cuarto hay una figura grande e inmóvil. Es un gigante que se posa quieto sentado en un banco de madera, de vista incomodo. Está callado, con los ojos cerrados y su rostro demuestra rasgos de tranquilidad. La alharaca sigue y el gigante casi que no lo nota. De repente en el techo se enciende un bombillo y todo queda en silencio. La alharaca se desvanece y los personajes diminutos quedan petrificados. De la bocina sale un pedido, dice la forma, el tamaño, el color. El gigante empieza a abrir los ojos y antes de tenerlos completamente abiertos ya todos los personajes diminutos se han escondido entre el cuarto. El gigante se levanta se dirige hacia la mesa y comienza a trabajar. Funde, corta, lima, recose, y sigue trabajando con tanta concentración que párese que no pensara en mas. Un personaje diminuto atrevido por la curiosidad se confía y se acerca un poco, pero lo suficiente para que el gigante con un ligero movimiento lo agarre; se lo echa en la boca y por el primer mordisco salpica su trabajo con la sangre del personaje diminuto. El gigante la usa para dar mas brillo a su trabajo. Continúa y cuando termina sonríe orgulloso de su labor. Limpia las herramientas y las guarda, saca de su boca lo huesos de la victima, los macera, los mezcla con una resina y el producto de dicha mezcla lo une a un bola del mismo material, de donde sacó la materia prima para la argolla. Envuelve la bola en un trapo seco, la guarda, saca una bolsita de paño y guarda la argolla en ella, toma la bolsita de paño, se levanta y se dirige hacia la puerta. Pasa la bolsita por una rendija. Se dirige hacia el banco de madera, se sienta y cierra los ojos. El bombillo se apaga. Reina el silencio por unos minutos. Los personajes diminutos esperan. Salen hasta cuando están completamente seguros de que el peligro ya ha pasado. Salen y en la oscuridad se estrellan unos con otros. Empiezan a ofenderse, a golpearse y a maltratarse. Inicia la alharaca.
Ruco Catacoli
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